Comenzamos otra semana y otra vez tenemos casos reales de uso de la tecnología para el bien común. Aunque se podría decir que bueno sólo para unos pocos y muy malo para la mayoría porque es así como hay que venderlo, con lacito para que quede más mono.

Recordar que ransomware es ese código malvado, que usando argucias perversas, un mail con una factura, un seguimiento de un paquete que te va a llegar, una oferta irresistible del producto más vendido, logra que un usuario (inocente) ejecute un código en el ordenador y éste se encarga de encontrar qué te importa más o en su defecto lo hace con todo lo que pueda ser usado, lo comprime y le pone una clave muy complicada. Cuando acaba busca otro equipo en la red y así hasta que caza todo lo que puede cazar en esa red.

ransomware

Se ha sabido que la compañía de ordenadores Acer ha sido esta vez el foco de una extorsión a traves de ransomware (aquellos que hablábamos de que te encriptan la información útil y cobran por liberar tu información). Esta vez le ha tocado a una compañía de ordenadores y de las más conocidas.

Un deepfake es un sistema por el cual con un programa puedes simular que una persona está o forma parte de una foto o vídeo de otra persona, tiene usos bonitos y nostálgicos. El deepfake de Lola Flores en un anuncio de televisión es uno de ellos, no sé si gustó a la familia Flores como al resto del personal pero como anuncio consiguió lo que quería, llamar la atención del personal etc. Pero tiene una variante fea y usable por cualquiera y no tiene por qué ser el hacker más avanzado, sólo tener un poco de interés y encontrar el programa adecuado, el caso esta semana se trata de la madre de una chica en Estados Unidos, que viendo que su hija animadora no llegaba donde tenía que llegar para ser la mejor, usó una técnica moderna para descalificar o quitar de la competición a las compañeras animadoras de la hija. ¿Cómo lo hizo? Como las universidades tienen un código de conducta, generó vídeos salidos de tono y fuera de contexto, con las caras de las compañeras,bastante realistas, y las mandó al gerente de la universidad para lograr que quitaran de la competición a las compañeras de la hija. Suena a película y de las malas, pero desgraciadamente es real.

deepfake

Siguiendo con la ya casi tradición de decir las verdades del barquero, se ha hecho «algo público» en el mundillo tecnológico, que ya uno sospechaba o dudaba muchísimo de su fiabilidad y es que el «modo incognito» del navegador Chrome que supuestamente te protege de ser reastreado trazado y analizada tu navegación, se ha visto que es una pantomima, engañifa que Google, dueña de Chrome, y interesadísima en seguir recopilando información, no sólo no nos ha engañado con la opción si no que la usa para analizar lo que hacen sus usuarios.

Vuelve la burra al trigo, en los días en los que parece que tanto maleantes profesionales con ransomwares, como maleantes domésticos, madres con principios diluidos usando deepfakes como grandes corporaciones haciendo lo que se espera de ellas y no protegiendo al usuario, vemos como nos intentan calzar una idea. Esos grandes conglomerados Google, Facebook, Microsoft, son los que tenemos que aceptar como grandes vigilantes de nuestra SEGURIDAD, de nuestra PRIVACIDAD. Son los caballeros de gran armadura que nos protegerán o nos dirán que lo hacen protegiéndonos de los casos de ransomware, de deepfakes y de abusos por parte de otras compañías y yo añado también, que protegerán nuestra forma de pensar, porque ¿quién piensa algo diferente a lo que los algoritmos de Google, Facebook, Twitter, y compañía decide que veas, mires, leas, escuches, opines? ¿Quién puede hoy en día dudar de esos algoritmos? ¿Empresas? ¿Entidades de gestión que deciden qué es lo bueno y lo malo, quién eres, cómo eres o qué problemas puedes causar? Como dioses actualizados al siglo XXI donde el sacrificio para adorarles es cederles nuestro valor más preciado, y no me refiero a la privacidad, no, eso ya la cogen ellos solos. No es otro que el pensar por nosotros mismos Dadle una vueltecita porque hace mucho que no usamos la neurona de pensar, juzgar y decidir por uno mismo y al final decide un algoritmo que ha de moverse cual mercenario al mejor postor. El día que queramos juzgar o tomar una decisión ya no recordaremos cómo se hace y acabaremos lanzando una moneda en forma de algoritmo-app de móvil o a saber cómo será, pero será moderno, bonito y fácil pero, ¿quién nos dice que ese algoritmo es lo que nos conviene?

Comentarios

  1. La nueva normalidad en una historia muy vieja ya. Lo espeluznante es que casi nadie se escandaliza, lo que me demuestra hasta que punto somos perezosos, que no cómodos.

  2. Da miedo saber, a veces es mejor no saberlo.
    Sigo sin saber qué puedo hacer para defenderme. Tengo la impresión que estoy en una espiral que no domino, pero descubro que estoy metido en ella sin solución. Bueno, sí, habrá una solución, darme de baja de todo el mundo virtual, volver al mundo del cobrador del gas que va casa por casa y al teléfono de rueda.
    No sé cual sería el mejor consejo para darle a un amante de la cibernética como cantaba mi admirado Miguel Ríos en aquella gran canción de «Amor por computadora» (https://youtu.be/63aeSc-P2ds)
    Pregunta: ¿Qué hacer?
    PD: Magnífico artículo.

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